lunes, 16 de febrero de 2009

Antecedentes históricos, continuación..

Estos nuevos acuerdos eran compatibles con las disciplinas de la OMC, de la cual eran miembros todos los países signatarios. Estos convenios traspasan la lógica de la simple liberalización del comercio de mercancías, contemplando también el comercio de servicios, inversiones; y, en ciertos casos protección a la propiedad intelectual.

A pesar de estas reformas, existió un menor dinamismo de las exportaciones latinoamericanas comparado con la evolución del comercio internacional, cuyo ritmo de expansión se acelera a partir de la segunda mitad de los años 80, se tradujo en un continuo deterioro de la posición relativa de América Latina, cuya participación en las exportaciones mundiales bajó de 5.5% en 1970 (era de 7.7% en 1960) a apenas 3.8% en 1994.[1] Las políticas macroeconómicas de estabilización con anclaje cambiario y valorización con respecto al dólar, puestas en marcha con mayor intensidad en esta década, provocaron desplazamientos comerciales favorables a EEUU y perjudiciales a diversos países del área.

El aumento del comercio en realidad representa, en su mayor parte, un aumento de las transacciones intraempresas, con incremento del coeficiente importado, bajo valor agregado y bajo nivel de empleo por unidad de producto. Por ejemplo, la industria automotriz sufrió un proceso de reagrupamiento y 'modernización' en las empresas de ensamblaje, que alimentó la expansión del comercio de manufacturas intrabloque MERCOSUR  Así se ha afirmado que “los acuerdos subregionales de libre comercio son más bien acuerdos de protección de inversiones sobre todo en el marco de la división espacial del trabajo intraempresas transnacionales en ciertos sectores como el automotriz, el químico y el textil”[2]

En esta década en el Pacto Andino, entre Venezuela y Colombia se avanzó rápidamente, creando en 1992 una unión aduanera parcial entre estos dos países con una progresiva incorporación del Ecuador, con tratamiento especial. Con el Acta de Quito en 1995 se decidió reestructurar las instituciones y órganos del Acuerdo de Cartagena para crear la Comunidad Andina. Se dieron dos actas más que posteriormente se fueron convirtiendo en compromisos jurídicos: Protocolo de Trujillo (1996) y Sucre (1997).

Es en ésta década cuando la CAN adquirió una dimensión política y una personería jurídica internacional. Con el Protocolo de Sucre se introdujo modificaciones para considerar la situación especial de Perú, y también sintonizar el Acuerdo con la globalización, en aspectos como relaciones externas, el comercio de servicios, y la integración social.

El 23 de abril de 1997, se creó un Consejo de Ministros de Economía y Finanzas, Bancos Centrales y Organismos de Planificación para la armonización de las políticas económicas y estabilidad macroeconómica. A partir de febrero de 1995, se adoptó el AEC (Arancel Externo Común), que permitió formar la Unión Aduanera. El
Comercio de bienes tuvo en esta década su mayor dinamismo en la CAN; pues, de 112 millones de dólares en 1970, se pasó a 5,330 en 1998. También creció el comercio intrasubregional, de un total de 2% en 1970 a 14% en 1998.
[3]

El mayor incremento fue en la inversión extranjera que pasó de 1,185 millones en 1990 a 11,106 millones en 1998. Dicha inversión fue estimulada por la libre circulación de capitales, el trato nacional, evitar la doble tributación, entre otras. Se realizó una liberalización de los servicios de transporte, el cual presentó incrementos considerables en el número de frecuencias realizadas, ciudades interconectadas, reducción de costos e incremento de las empresas que prestan servicios.

Pero con el Protocolo de Trujillo, no sólo había avanzado en lo comercial, la CAN adquirió una dimensión política, así se dieron lineamientos de una Política Externa Común, para hacer planteamientos conjuntos para negociar con terceros.

Sin embargo, con la crisis del fin de la década, la integración retrocedió. Primeramente los países andinos, que habían recuperado su crecimiento tras la década pérdidas, en 1999 tuvieron crecimiento negativo. El anterior incremento de comercio entre los andinos significó que los desequilibrios de un país se transmitieran más rápidamente a los otros, a través de la contracción de la demanda externa. El comercio andino, de igual manera disminuyó ante la adopción de medidas proteccionistas unilaterales sin respetar los mecanismos del acuerdo.

Como se mencionó antes, el 26 de marzo de 1991 los Presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay pudieron firmar el Tratado de Asunción que creó el MERCOSUR, para la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países miembros, a través de la eliminación de derechos aduaneros y de restricciones no arancelarias a la circulación de bienes y servicios, es decir una zona de libre comercio.

El MERCOSUR pasó por una primera etapa, el llamado periodo de transición, de 1991 a 1994, en el que se dedicó mayoritariamente a la superación de obstáculos a la libre circulación de bienes, capitales y factores productivos que a la creación de estructuras políticas y económicas de tipo comunitario. También se enfrentaron inmensos problemas prácticos como las fuertes asimetrías económicas entre los países miembros, a más de que todos ellos tenían que dirigir procesos de ajustes económicos que no siempre coincidían  en sus ritmos y mecanismos, por lo que la coordinación de las políticas macroeconómicas a más de ser unos de sus objetivos, representó uno de los mayores desafíos.

En el terreno de las Inversiones se firmaron dos instrumentos cuadrilaterales sobre promoción y protección de las inversiones: el Protocolo de Colonia, de tratamiento recíproco, y el Protocolo de Buenos Aires, sobre la protección a acordar para las inversiones de terceros países. La tendencia general fue la liberalización, en el sentido de facilitar los flujos de capitales.

Con el Protocolo de Ouro Preto que entró en vigor el 1 de enero de 1995, se creó la estructura institucional del MERCOSUR y se adoptó el Arancel Externo Común. El Protocolo Ouro Preto atribuyó al MERCOSUR personería jurídica internacional, lo que consolidó la práctica de negociar en forma cuadripartita con terceros países o con grupos de países como con la CAN o UE.

El MERCOSUR se mostró como un ejercicio de integración regional exitoso no solo en términos de los resultados comerciales, sino también por la incorporación de otras áreas de cooperación y por la respuesta a los desafíos de la globalización. En los años 90, el MERCOSUR se benefició de la alternancia de ciclos expansivos de las mayores economías.

A pesar de la voluntad política de los gobiernos de los cuatro países miembros, factores de política económica interna en Argentina y Brasil acoplados a las consecuencias de las crisis financieras internacionales de fines de 1994 en México, de 1997 en Asia y 1998 en Rusia, causaron serias dificultades para la continua evolución positiva del proceso negociador regional. La devaluación del Real en Brasil, en enero de 1999, fue el detonador que hizo explotar la crisis, dada la inmediata reacción del sector privado argentino.

El Programa de Acción no se pudo cumplir, la Unión Aduanera continuó siendo imperfecta y se volvió más difícil el camino hacia un Mercado Común. En 1999 también se redujo el comercio intra-bloque, hasta ese momento la señal más concreta del éxito del proceso integracionista, caído a cerca de USD 15 mil millones contra más de USD 20 mil millones en 1998[4]. Se comenzó a perder la visión de naturaleza estratégica.

Del 2000 en adelante:

El nuevo regionalismo no ha constituido una posición fuerte y clara de desarrollo interno para inserción internacional, incluso se lo tacha de “enfoque confuso, carente de base teórica que representa algo más que un lema”[5]. Bajo esta nueva doctrina se ha sacrificado la profundidad del proceso de integración y no se ha sabido superar las contradicciones entre los objetivos de integración regionales  y las medidas de reformas estructurales.

A partir del 2000, el arribo de la IED sufre una involución, los flujos de IED bajaron de  105 000 millones de dólares en 1999 a 80 000 millones en el 2001[6], todo esto en respuesta a la crisis internacional de 1999. Pero este fenómeno también era causado por eventos de coyuntura internacionales que empezaron a frenar la expansión de la economía mundial y de ahí la inversión, en especial a inicios del nuevo milenio con el ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001.

También para inicios de la década del 2000, los procesos de implementación de reformas que atrajeron la IED habían concluido y se habían dado la mayor parte de las privatizaciones. Sin embargo, muchos de los procesos emprendidos de privatización para mejorar la eficiencia, no repercutieron en dinamizar la economía, de 1997 a 2002, la tasa de ocupación descendió en América Latina de 52.9 a 51.8 por ciento. [7]

Ante ello, en esta nueva década, surge un renovado interés en obras infraestructurales de interés bilateral y regional; en materia de transportes, a través de la configuración de redes multimodales para articular mejor las vías terrestres, marítimas y aéreas, en materia de energía, con la integración y complementariedad en la utilización de recursos existentes: gas natural y energía eléctrica. A inicios de la década, ante la propuesta del ALCA, se avanzó en diálogos entre la CAN y MERCOSUR, con el propósito de establecer un bloque comercial sudamericano y tener fuerza de negociación en el proceso continental.

En esta década, la integración con economías de otras regiones a partir de la profundización de los esquemas subregionales se ha ido ampliando hacia otros países en desarrollo, como Sudáfrica, la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN), China, India y otros.

Ante la entrada en escena de los países del Asia, especialmente China, como nuevos motores de la demanda mundial de materias primas, en los años posteriores al inicio, se registró en diversos países de Latinoamérica un fuerte crecimiento del volumen y valor de las exportaciones. Igualmente, los precios de los productos agrícolas y mineros se incrementaron. En muchos casos, el factor del pecio permitió incluso compensar la caída del volumen, y en valores nominales, se exportó más que años anteriores.

En el 2004 y 2005, continuaría esta tendencia, con un mayor incremento de la participación de India y China como motores del crecimiento mundial, empezó a existir rebrotes de acciones proteccionistas como antidumping, salvaguardias y contingentes de exportación, especialmente por parte de los países industrializados.

Este proteccionismo ha trabado aún más el desarrollo del marco multilateral de comercio (OMC) y ha conducido a los países en desarrollo a buscar más los tratados bilaterales. China empezó a participar no sólo comprador, sino también como inversionista en América Latina, especialmente con interés en recursos energéticos y proyectos internacionales energéticos.

Una iniciativa fuerte y vinculante es la de “anillo energético” en el Cono Sur, que requiere de un elevado grado de coordinación y coherencia entre las  políticas de los países integrantes. De concretarse, esta marcaría un punto de inflexión en la integración regional y facilitaría nuevas medidas que refuercen la complementariedad económica.

En la región existen tres procesos de integración energética. El de Argentina y Chile para el gas, el de Venezuela y Colombia también por la construcción de un gasoducto que eventualmente podría ampliarse para salir al pacífico y abastecer el mercado chino, y el de Bolivia, Perú y México, para la construcción de un gasoducto y exportar gas a EEUU a través de México.

En 2000-2005, el comercio extrarregional aparece muy determinante para toda la región y todos los bloques de integración subregional. Estados Unidos y Asia son los socios comerciales que han otorgado mayor dinamismo al comercio extrarregional latinoamericano en el último quinquenio. En suma, la integración regional en América Latina y el Caribe se encuentra ante un nuevo fenómeno, relacionado principalmente con el destino de sus corrientes de exportación. Con o sin acuerdos bilaterales de libre comercio Norte-Sur, los subgrupos de integración y los países de manera individual han apostado en gran medida por los mercados extrarregionales como motor principal de la creación de comercio.

Cabe recordar que, hasta 1991, los acuerdos preferenciales subregionales de unión aduanera eran los únicos vigentes y representaban aproximadamente solo el 6% de las exportaciones de la región. Esta situación cambió drásticamente a fines de los años noventa y la transformación se aceleró en el periodo 2000-2005, por lo que, a fines de 2005, el 64% de las ventas externas de la región tenía lugar en el marco de varios tipos de acuerdos preferenciales (bilaterales y plurilaterales), tanto intrarregionales como extrarregionales. Los casos más notables son México, la subregión de Centroamérica y Chile, con el 94,4%, 84,8% y 73,7% de sus exportaciones, respectivamente, cubiertas por acuerdos preferenciales o de libre comercio.[8]

            En el MERCOSUR, a inicios del nuevo milenio, ante la crisis y caída, los mandatarios de las naciones líderes, Argentina y Brasil, veían la solución a los problemas actuales en fortalecer el proceso de integración. Se dio una fuerte caída en la demanda regional, sobre todo por las crisis de Argentina, pero el porcentaje de exportaciones intrasubregionales (11.4%)  todavía era más alto que el que se tenía en 1990, antes de conformar el MERCOSUR (8.8%).[9]

El MERCOSUR empieza en esta nueva década a producir importantes negociaciones y avances concretos, al interior del acuerdo, en lo que respecto al sector automotriz, clave en Brasil y Argentina, sobre la base del Acuerdo sobre Política Automotriz del MERCOSUR (PAM) de mayo del 2001. También se aprobó el Acuerdo de Complementación Económica MERCOSUR-Chile, a raíz de promover entendimientos entre Argentina-Brasil y Chile en el sector automotor.  Igualmente, en dicha línea se suscribe acuerdos parciales en este sector con México.

Ante la recesión sufrida pro Argentina en el 2002, junto a la devaluación de su moneda, impulsó a empresas brasileñas a buscar oportunidades de inversión en dicho país, de tal escala que Brasil ocupó en el 2002 el lugar del primer inversor en el mercado argentino. Respecto a la coordinación macroeconómica, a pesar de los retrocesos de la crisis, se hizo un esfuerzo por continuar con estudios conjuntos de las mismas, así como, la homogeneización de metodologías para las estadísticas.

Otro avance clave fue la suscripción del Protocolo de Olivos para la Solución de Controversias en el MERCOSUR, en febrero del 2002, esto permitió de mejor forma tramitar los reclamos de las naciones miembro del MERCOSUR entre sí, especialmente en los casos de demanda de los pequeños (Uruguay y Paraguay) contra los grandes (Brasil y Argentina). Pero este mecanismo se probaría débil en los siguientes años, sobre todo por disputas entre Argentina y Brasil por temas comerciales, tanto a nivel ministerial como empresarial. También ha afectado la brecha existente entre normativas comunitarias y políticas públicas efectivamente adoptadas por los países comunitarios.

Trece años después del Tratado de Asunción, los avances en armonización aduanera y técnica han sido menores a lo esperado y desde fines de los 90s incluso se fueron introduciendo nuevos tratamientos excepcionales que vulneran estos principios. Brasil no ha actuado como motor para las exportaciones de Argentina, Paraguay y Uruguay, ha medida que este país crece en competitividad el espacio regional ha perdido importancia para el desarrollo de su sector exportador. El espectacular incremento de las exportaciones brasileñas hace que se reduzca para Brasil la importancia económica del MERCOSUR.

Pro esto, los países pequeños del MERCOSUR han reclamado mayores libertades para posibles acuerdos con Estados que no pertenecen al bloque, especialmente Uruguay quien está interesado en iniciar negociaciones con EEUU

El MERCOSUR inició a inicios de esta década, negociaciones con la CAN. En diciembre del 2002 se suscribió un Acuerdo de Complementación Económica, el cual buscaba establecer antes del 2003, un área de libre comercio, cuyo objetivo no se lo alcanzó. Igualmente inició en 1999 negociaciones con la UE para establecer un acuerdo interregional para el libre comercio de mercancías y servicios. Con Chile y Bolivia, que son países asociados al MERCOSUR los ACE se perfeccionaron, igualmente México perfeccionó los ACE que tiene con cada país miembro del MERCOSUR. Posteriormente, diciembre del 2003, se firmarían ACE individualizados con Colombia, Ecuador y Venezuela. También se dieron acuerdos comerciales con India, con la Unión Aduanera Africana del Sur y diálogos de cooperación estratégica con China.

En el 2004 y 2005, con la recuperación y el favorable ciclo económico, se da un buen momento de la dimensión política, el MERCOSUR ha venido incrementando su rol como espacio sudamericano de coordinación y concertación política, México ha expresado su interés en asociarse a este esquema de integración subregional, el acuerdo de este grupo con la CAN son expresiones de este fenómeno, así como la gestación de la Comunidad Sudamericana de Naciones.

En la CAN, sus exportaciones habían sido afectadas de igual forma por la crisis del torna siglo, pero la caída del comercio intrasubregional fue menos severa. Se dieron a principios de esta década avances en las negociaciones con terceros países; en la formación de la unión aduanera y en la profundización de la cooperación política, social y de seguridad regional.

Los países que sufrieron más con la desaceleración fueron Bolivia, Colombia, Perú y Venezuela; únicamente Ecuador tuvo exportaciones dinámicas, que crecieron en el 2002 y el 2003. El d, en tan sólo un año, por la severa reducción de la demanda venezolana ante las restricciones a las importaciones y el control de cambios del gobierno.[10]

El comercio de la CAN, al igual que el del MERCOSUR, se caracteriza por ser altamente procíclico y volátil en el largo plazo. En el 2003 también continuó la caída de las exportaciones intrasubgrupo, y esto puso en riesgo la estructura productiva de ciertos sectores en el interior de los países, especialmente aquellos altamente dependientes del mercado regional como son el sector automotriz, la química, la metalmecánica, textil, agroindustria.

En el 2003, se dio un aumento de comercio entre Colombia-Ecuador y Ecuador-Perú, el primer eje se caracterizó sobre todo por un flujo importante de productos industriales básicos, sin embargo, estos flujos de comercio también se vieron afectados por la caída de la demanda de Venezuela, ante la concatenación de las industrias y sus abastecimientos.

La CAN empezó esta nueva década perfeccionando varias normas comunitarias para la armonización de instrumentos y políticas económicas y la facilitación del comercio, incluso se avanzó hacia una Política Agropecuaria Común Andina. También se avanzó en el Marco General de Principios y Normas para la liberalización del comercio de servicios. Ante la dolarización, Ecuador sugirió la elaboración de un sistema de salvaguardias motivadas por devaluaciones monetarias, incluso a inicios de esta década, Ecuador tomó medidas contra las exportaciones de cerámicas colombianas.

Se dio un nuevo énfasis, dentro de la CAN, a la coordinación de las políticas macroeconómicas, así se propusieron metas conjuntas como lograr que la inflación no superara un dígito, niveles aceptables de déficit fiscal, entre otras. En agosto del 2002, se renovaron las preferencias arancelarias que duraron hasta fines del 2006 para los países andinos, pero no se lo hizo a Venezuela ante posiciones políticas del gobierno norteamericano, a pesar de la opinión discrepante del resto de países miembros. En esta década se empieza a intensificar el proceso de integración, en sus ámbitos político y social, con la adopción de mecanismos de cohesión regional y lucha contra la pobreza, atender el tema de las migraciones y de la participación social en el proceso.

La CAN entraría en crisis y división tras la salida de Venezuela, en el segundo trimestre del 2006, ante la denuncia de que la conclusión de las negociaciones del TLC con EEUU, afectarían la esencia de ésta. Simultáneamente, Venezuela solicitó ser admitido como miembro pleno del MERCOSUR. En contraparte a esto, Chile reactivo su relación con la CAN dándole nueva vida.


La reintegración de Chile en la CAN, es una señal de la bipolarización de las posiciones en América del Sur. El liderazgo de Venezuela-Argentina-Brasil quiere ser contrarrestado por Chile, epítome del éxito de las reformas estructurales neoliberales y modelo del aperturismo. La entrada de Chile casi simultánea a la salida de Venezuela del Bloque Andino refleja estos juegos de poder geopolíticos y pone en peligro el gran sueño de la Suramérica Unida.

La América Latina de hoy parece enfrentarse a tres alternativas: Alineamiento con      EE UU y Canadá fortaleciendo  la integración comercialista de América –regionalismo abierto-. El “bolivarianismo”, para crear un gran espacio de integración de América Latina como un gran país. La recreación de una Federación de Estados Unidos de Sudamérica, en la confluencia  y convergencia de la Comunidad Andina y el MERCOSUR[11]. Esto se puede resumir como una encrucijada que fragmenta a América Latina, en quienes han sido seducidos por la ideología neoliberal aperturista y la promesa del crecimiento por el alineamiento con la economía norteamericana y quienes resisten desde el ámbito regional promoviendo una solución interna.



[1] María da Conceição Tavares, y Gerson Gomes, La CEPAL y la integración económica de América Latina, Revista de la CEPAL - Nro. Extraordinario, Octubre 1998, versión digital disponible en: http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/8/19238/concei.htm

[2] Íbid

[3] Manuel José Cardenas, Creación del Grupo Andino y Proyección de la Comunidad Andina, Secretaría General de ALADI, 27 de septiembre del 2000.

[4] Rubens Antonio Barbosa, La Evolución del Proceso de Integración en América del Sur de los años sesenta al milenio: Aporte a la Historia del MERCOSUR, Secretaría General de ALADI, 27 de septiembre del 2000.

[5] Germán A de la Reza, Reformas estructurales e integración en América Latina: ¿convergencia o subordinación?, Revista Comercio Exterior, Vol. 56, Núm 12, Diciembre de 2006, pág 1093.

[6] La Inversión extranjera en América Latina y el Caribe 2001, Publicación de la CEPAL, Mayo del 2002, versión digital disponible en: http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/8/10478/lcg2178_capI.pdf

[7] Germán A de la Reza, Reformas estructurales e integración en América Latina: ¿convergencia o subordinación?, Revista Comercio Exterior, Vol. 56, Núm 12, Diciembre de 2006, pág 1099

[8] Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe 2005-2006, Publicación de la CEPAL, Octubre del 2006, versión digital disponible en: http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/9/26619/2006-380-PANINSAL-ESPANOL.pdf

[9] Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe 2001-2002, Publicación de la CEPAL, Marzo del 2003, versión digital disponible en: Http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/3/11663/lcg2189e.pdf

 

[10] Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe 2002-2003, Publicación de la CEPAL, Mayo del 2004, versión digital disponible en: http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/3/14723/PANINSAL-02-03.pdf

 

[11] Carta Informativa; “Comunidad Andina de Naciones: Un sueño que se deshace”;  Eduardo Santos Alvite;  Agosto 2006,  pg.5 .

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